REDACCIÓN / LA VOZ
Siete países producen el 60 % de la leche mundial. Solo siete. A poco que se conozca el sector, o incluso sin conocerlo en absoluto, pueden acertarse una mayoría de esos territorios: Estados Unidos, China y la India, se nos ocurrirían -y con acierto- a casi todos. Trasladándose a Europa, ¿quién no pensaría en Alemaniao Francia (cuatro y séptimo a nivel mundial) e, incluso aludiendo a su tamaño, también en Rusia? Añadiendo Brasil, la relación estaría completa sin demasiado esfuerzo mental.
Más difícil, por no decir imposible, se antoja, sin embargo, dar con el país que posee las vacas más productoras del mundo. Sobre todo si se advierte de que no es ninguno de los anteriores. Ni tampoco potencias lecheras como Nueva Zelanda, Canadá, Suiza o Holanda, que por aquello de ser la cuna de la raza frisona pudiera pasarle por la cabeza a los más aventajados en el tema vacuno.
¿Dónde consiguen extraer más a sus animales? El país con las producciones por cabeza más elevadas del planeta es nada menos que Arabia Saudí. Sus reses (tiene unas 200.000) promedian cada una algo más de 11.500 litros de leche al año, según los últimos datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Esto supone, por ejemplo, un 20 % más, 2.000 litros, que la media que registran las granjas gallegas incluidas en control lechero, o mil más que las estadounidenses, líderes absolutos a nivel mundial en volumen de producción, con algo más de 90 millones de toneladas anuales. Una sola vaca saudí sería suficiente para cubrir las necesidades lácteas de 150 personas durante un año entero.
¿Cómo es posible conseguir estas cifras de producción en un país donde el 90 % de su territorio es desierto (de arena o de piedra), y donde la temperatura media ronda los 30 grados con apenas diez días de lluvia al año? La respuesta, como no podía ser de otra manera, hay que buscarla en el petróleo.
Arabia Saudí es el primer productor mundial de crudo, y esta importante fuente de ingresos ha permitido poner en marcha proyectos de todo tipo que buscan diversificar la actividad económica y satisfacer las necesidades internas de ese país. La producción láctea ha sido uno de ellos. Arrancó a finales de los setenta de la mano del príncipe heredero Mohammed bin Saudí Al Kabeer, con la creación de la empresa Almarai, a día de hoy una de las mayores empresas lácteas del mundo y dueña de dos tercios de las vacas saudíes.
Punteros por los petrodólares
Animales de la raza Holstein (idénticos a las frisonas gallegas) de gran valor genético llegaron hace años a Oriente Medio a golpe de talonario, de la misma manera en la que los ganaderos saudíes se hicieron con toda la tecnología y el conocimiento necesario para alcanzar producciones tan elevadas en sus vacas.
Granjas en el desierto
Las principales granjas -algunas superan las 10.000 cabezas- se ubican en pleno desierto y cuentan con todas los sistemas de refrigeración necesarios para evitar que el estrés por calor (en verano se está cerca de los 50 grados) pueda afectar a las reses y, por tanto, mermar su producción. No solo cuentan con veterinarios, nutricionistas o genetistas vacunos de primer nivel -reclutados a cambio de importantes sumas dinero en potencias lácteas como Estados Unidos o Canadá-, también disponen de los alimentos de la mejor calidad. Para ello no han dudado en hacerse con grandes cantidades de terreno fuera de sus fronteras -la última adquisición han sido casi mil hectáreas en California- e incluso con importantes empresas cosecheras estadounidenses y argentinas que les permiten garantizar el aprovisionamiento de maíz, alfalfa y soja (dos alimentos imprescindibles en la producción láctea).
Muy cerca de las cifras productivas que alcanzan las vacas saudíes se encuentran las reses de Israel, cuya cabaña ganadera -algo más de 186.000 reses- promedia 11.400 litros al año, aunque en este caso el éxito, más que en el dinero, reside en la apuesta por la investigación y el desarrollo de nuevas técnicas ganaderas, una constante en el país durante la última década. Tanto es así, que este hecho les ha permitido aumentar, en este espacio relativamente corto de tiempo, la producción por cabeza en torno a un 20 %.
«Gigi», la vaca más lechera del mundo
Si el mejor rebaño está en Arabia Saudí, la mejor vaca reside en Estados Unidos, concretamente en la localidad de Wisconsin. Se llama Gigi, en realidad Bur-Wall Buckeye Gigi -en alusión al nombre de la granja y del semental del que es hija- y dio nada menos que 32.610 litros de leche, el triple que la media del país. El animal, de ocho años de edad, ha sido clasificado morfológicamente como excelente con 94 puntos (95 es lo máximo) y los ganaderos de medio mundo se pelean ya por sus embriones. De hecho, ya existen en el mercado cuatro descendientes suyos que apuntan maneras para convertirse en grandes sementales.
Comentarios
Publicar un comentario